La Casa Amatller debe valorarse como algo más que la preciosa obra de la arquitectura modernista catalana que es. La obra de Josep Puig i Cadafalch, uno de los grandes referentes del Modernismo en Cataluña junto con los más famosos Antoni Gaudí y Lluís Doménech i Montaner, constituye un auténtico hito en el urbanismo de Barcelona.

Hagamos un poco de historia y situémonos en el plano, literalmente. En la década de 1860 comienza a ejecutarse el Plan Cerdà, un proyecto diseñado por el ingeniero Ildefons Cerdà para hacer un ordenamiento de las nuevas calles que se iban a abrir en el Eixample de Barcelona. Lo más reconocible del plan fue el trazado ortogonal de las vías y una estructura unitaria de manzanas con chaflanes que sirvieran para acomodar el creciente tráfico de la ciudad. Sin embargo, hay algunos detalles del Eixample que no son tan conocidos. Por ejemplo, en el plan de Cerdà se especificaba que las fachadas de esta nueva área de Barcelona debían de tener un límite de altura y una decoración discreta, en la línea estilística neoclásica dominante en los años centrales de S. XIX. Todos los edificios de la ciudad seguían más o menos estas directrices, con las únicas excepciones de las construcciones públicas, como iglesias, hospitales o escuelas. Las casas privadas mantuvieron a rajatabla los criterios de Cerdà hasta que aparece la Casa Amatller en 1898.

Reconstrucción de la Manzana de la Discordia © Institut Amatller d’Art Hispànic

Antoni Amatller había triunfado profesionalmente con su actividad de empresario chocolatero. Se había comprado una casa en el Passeig de Gràcia y le pide a Puig i Cadafalch, por entonces un joven arquitecto que se iniciaba en la arquitectura del Modernismo catalán, que reforme este sobrio edificio. La feliz conexión entre el promotor y el arquitecto crea un edificio rompedor en el que era justo el centro neurálgico de Barcelona. Por un lado, consiguen elevar la fachada de la casa con un truco constructivo, la inclusión de un frontón triangular que sube unos metros la fachada. Por otro lado, se desarrolla todo un programa decorativo donde se combinan azulejos de colores, esculturas en piedra, columnas llenas de detalles y piezas de hierro forjado que no dejó indiferente a ningún barcelonés del año 1900.

La Casa Amatller fue entonces el primer edificio privado del Eixample que da la espalda al Plan Cerdà. A partir de su construcción otras personalidades de la arquitectura del Modernismo catalán, como Gaudí o Domènech i Montaner, comienzan a edificar otras casas para los burgueses locales, siguiendo las nuevas modas estilísticas. Es lo que sucede en la Manzana de la discordia, pero eso es otra historia.

Así que, cada vez que admires la fachada modernista de Casa Amatller, recuerda que debajo de toda su belleza hay una historia de cambio constructivo en Barcelona. ¿Ya has conocido todos sus secretos?