Conoce todo sobre la Casa Amatller
Tres facetas, una sola figura
Historiador del arte y académico de la cultura catalana, Josep Puig i Cadafalch estudió en profundidad el periodo de la Edad Media de Catalunya, interesándose en gran medida por el románico catalán. Este inclinación le llevó a recorrer determinados puntos de la geografía catalana, lo que permitiría el descubrimiento en 1907 de los extraordinarios conjuntos del románico de la Vall del Boí, cuyo valle se considera hoy la cuna del arte románico europeo. Cabe destacar que muchas de las pinturas murales, tallas y mobiliario se conservan en diferentes museos catalanes, especialmente en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC). Sin embargo, muchas de las iglesias cuentan con importantes fragmentos de pintura mural y esculturas románicas originales, además de reproducciones de las que se conservan en los museos.
Josep Puig i Cadafalch fue uno de los primeros historiadores en resaltar la importancia de la arquitectura, pintura y escultura del románico de los Pirineos de Cataluña. En 1908 se encargó de realizar la primera excavación arqueológica con carácter científico en Empúries. Los modernos y acertados estudios sobre el arte catalán permitieron a Puig i Cadafalch acudir como experto del tema a varias universidades europeas.
Fiel seguidor de la Renaixença, un movimiento cultural que apostaba por el reconocimiento y valoración de la cultura catalana, su actividad política estuvo estrechamente ligada al nacionalismo catalán. Muy activo en varios partidos políticos catalanistas, ocupó varios cargos públicos: concejal en Barcelona, diputado en Cortes en Madrid y llegó a ser Presidente de la “Mancomunitat de Catalunya” tras la muerte de su primer presidente, Prat de la Riba. Como presidente de la Mancomunitat, elaboró un ambicioso plan de enseñanza y cultura e impulsó la creación de nuevas carreteras al mismo tiempo que se potenciaba el desarrollo de la la agricultura.
Como arquitecto, Puig i Cadafalch aplicó sus estudios del arte y la arquitectura medieval catalana al diseño de sus edificios. Sus obras más reconocibles se encuadran en la tendencia historicista que había dentro de la arquitectura del modernismo catalán, en la que se unían los métodos de construcción propios de la industrialización con las tendencias decorativas del momento.
Puig i Cadafalch comenzó su carrera como arquitecto municipal de su ciudad natal, Mataró, en donde realizó además sus primeras grandes casas, como las casas Parera o Coll i Regàs. En Barcelona también se encargó de reformas urbanas, como la apertura de la Vía Laietana o la remodelación de Plaza Catalunya. La realización de la Casa Amatller entre 1898 y 1900 en pleno Paseo de Gracia le dio la oportunidad de trabajar en más casas de la ciudad.
Su obra se divide en tres etapas:
Período modernista (1895-1905)
La arquitectura de esta época está ligada a su sentimiento de pertenencia a la tierra, con la casa pairal catalana como modelo asociado al prestigio feudal y aristocrático. Cabe destacar que es una época inicial, donde las influencias de sus maestros o de la arquitectura europea del momento, gozan de gran protagonismo. Así puede verse la influencia historicista de Domènech i Montaner, de quién había sido discípulo, en la utilización de ventanas neogóticas o neorrenacentistas, como sucede en el Palau Macaya o una fuerte evocación a la arquitectura del norte de Europa debido al gusto de la época por Wagner, como puede verse en la Casa Amatller o en la Casa de Les Punxes.
Respecto a la decoración, podemos destacar el uso de elementos decorativos y ornamentales, cargados de un fuerte simbolismo y belleza artística.
Período racionalista
Durante esta etapa, Puig i Cadafalch se adapta al idealismo racional de la alta burguesía, creando obras más racionalistas y sin tanta monumentalidad y ornamentación. Se puede decir que Puig i Cadafalh se inspiró en la línea marcada por la Secesion vienesa que fue un movimiento europeo que se enmarca dentro del denominado Art Nouveau y fue creado en el 1897 por un grupo de 19 artistas vieneses. Esta corriente tenía como objetivo la renovación artística, recuperando algunos de los estilos del pasado como medio de rechazo a la producción industrial de la época ya que e los embates de la producción industrial que estaban desnudando estructural y estéticamente la realidad del arte y la sociedad de la época. Fruto de esta época podemos destacar la realización de la Casa Trinxet y la Casa Muntadas.
Período monumentalista
El tercer período viene marcado por su trabajo en la Exposición Universal de 1929, donde fue contratado como el primer arquitecto al que se le encarga el recinto.
La arquitectura de esta época se caracteriza por la mezcla de aires neoclásicos con elementos de la geografía nacional, junto con la proyección de casas bajo la influencia de la arquitectura estadounidense, especialmente de la arquitectura más clasicista de Louis Henry Sullivan, como ocurre en la Casa Pich.